Tengo patas para andar y patas
para escalar las flores. Para bailar el tango con mi novia a la sombra de las
violetas. Patas y patas.
Me gusta andar al ras de la tierra. También
subir por orillas peligrosas hasta sentir el aire frío en mis antenas.
Para tomar el sol me gusta subir
a las margaritas. Desde allí arriba puedo ver los malvones, las violetas, las
siemprevivas.
Pero como las margaritas crecen, un día vi
todavía más allá. Una mariposa me lo dijo al oído:
-Es el jardín de enfrente.
-¡Cómo me gustaría
conocerlo! -le confesé.
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María Cristina Ramos -“Cuentos de la buena
suerte”-Editorial Alfaguara.
que bueno
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