sábado, 22 de agosto de 2015

EL PRINCIPITO Y EL HOMBRE DE NEGOCIOS

EL HOMBRE DE NEGOCIOS CAPITULO XIII


El cuarto planeta era el del hombre de negocios. Estaba tan ocupado que ni siquiera levantó la cabeza cuando llegó el principito.
- Buen día – le dijo éste. – Su cigarrillo está apagado.
- Tres y dos son cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince. Buenos días. Quince y siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de volver a encenderlo. Veintiséis y cinco treinta y uno. ¡Uf! Eso da entonces quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.
- ¿Quinientos millones de qué ?
-¡Eh! ¿Todavía estás ahí ? Quinientos un millones de... Ya no sé... ¡Tengo tanto trabajo ! Yo soy un hombre serio, no me divierto con tonterías ! Dos y cinco siete...
- ¿Quinientos millones de qué? – repitió el principito, que nunca jamás había 
renunciado a una pregunta una vez que la había formulado.
El hombre de negocios comprendió que no había ninguna esperanza de paz.
- Millones de esas pequeñas cosas que se ven a veces en el cielo.
- ¿Moscas ?
- Pero no, de esas pequeñas cosas que brillan.
- ¡Ah! ¿Estrellas ?
- Sí, eso. Estrellas.
- ¿Y para qué te sirve poseer las estrellas ?
- Me sirve para ser rico.

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