Los colores del
atardecer
La mariposa no
comprendía. Y si mezclaba un color, si cambiaba un
dibujo, ¿qué tanto podía
pasar?
Zhap le explicó que un
solo error causaría que las mariposas quedaran incoloras
para siempre, pero lo más
grave es que perderían su alegría y sin ella no habría
más colores en el
atardecer. Partió así Pilina rumbo a la montaña entonando una
alegre canción que le
había enseñado Zhap momentos antes. Él le había dado
un tierno abrazo y una
carta para ser abierta únicamente si no llegaba a la cima
de la montaña por sí
sola.
Voló por horas hasta que
cayó desplomada. Ya casi
no respiraba y, mirando
la cima de la montaña, comenzó
a llorar. Recordó en ese
momento la carta de Zhap
y la abrió rápidamente.
YANUZZI DE ANDA SYLVIA
.
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